El nuevo Herald-Radio América. Ya han pasado ocho años desde que Nelson Ramos, solo y siendo un adolescente, inmigró a Estados Unidos para estudiar. Ahora, con 20 años, esta cerca de lograr su sueño.
El camino de Ramos se extiende unas 3,000 millas, desde Honduras hasta Miami. Su vida ha sido dividida en breves pausas y períodos, marcados por su apuro en llegar a ser independiente, incluyendo una estadía de dos meses en México, dos años en el Msgr. Bryan Walsh Children’s Village. en Homestead —anteriormente conocido como Boystown—, y cuatro años en cuidado de crianza.
Ahora Ramos esta más cerca de lograr su objetivo, en parte por la ayuda de Casa Valentina, una organización sin fines de lucro. El quiere completar un programa de certificación en aire acondicionado, refrigeración y calefacción de Miami-Dade’s Lindsey Hopkins Technical College. Espera cumpletar el programa para finales de 2021.
En 2019 Ramos se mudó a una propiedad de Casa Valentina en downtown Miami, una casa de dos plantas y pintada de blanco. Ramos vive con seis otras personas; todos reciben vivienda asequible, entrenamiento de habilidades para la vida y asistencia académica. Casa Valentina ayuda a adultos jóvenes que salieron de cuidado de crianza o estuvieron viviendo en la calle.
Casa Valentina nominó a Ramos para Wish Book para darle una ayuda en su camino. Una donación de $600 lo ayudaría conseguir ropa, zapatos, un celular y una bomba aspiradora —una necesidad para sus clases y para ser mecánico.
“Ver a Nelson tan motivado para ser exitoso, te da ganas de llorar. Él está trabajando con muy poquito pero no se queja. Está tratando de encontrar una solución”, dijo Alexis Adams, directora de programación en Casa Valentina. “Queremos ayudarlo a obtener lo que él quiere y demostrar a los demás que mientras uno se mantenga motivado, uno puede realizar lo que uno quiere”.
Por el programa federal Unaccompanied Refugee Minors, administrado por Catholic Charities, Ramos recibe $1,256 al mes. Después que paga por su alquiler, comida y facturas, Ramos tiene poco para ahorrar.
“Nelson tiene un deseo fuerte para mejorar”, dijo Marlon Williams, coordinador de programación en Casa Valentina. “A veces le pido que ayude para reparar cosas. Siempre esta feliz de hacerlo
Ramos se crió en la finca de café de sus padres en Ocotepeque, un pueblo rodeado de montañas y cerca a la frontera de El Salvador y Guatemala. Sus mañanas siempre comenzaron de la misma manera, con una taza de café con leche y una semita, un pan dulce típico en Honduras. Su familia exportó mucho café a Guatemala; sus padres esperaban que el mayor de sus dos hijos manejaría el negocio en el futuro.
Pero, once años atrás, cuando Nelson solamente tenía nueve años, la violencia destruyó su país cuando los militares hondureños sacaron del poder a su propio presidente, Manuel Zelaya, mediante un golpe de estado. Durante ese año, y por primera vez, Ramos soñaba con una vida afuera de su país.
“Como muchos centroamericanos, busqué una vida mejor, tratar de estudiar, tratar de salir adelante, buscar oportunidades en otros lugares”, dijo Ramos durante una entrevista con el Miami Herald, una tarde en la área común de Casa Valentina, en una sala pintada de amarillo girasol. Se vistió ese día con una camisa verde y en su oreja izquierda tenía un arete de oro con una cruz, simbolizando su fe cristiana.
Durante una mañana, cuando Ramos tenía 12 años, rellenó una mochila con unas pertenencias y se escapó de su casa, comenzando su camino a los Estados Unidos. Nunca ha regresado a su casa, y se conecta con sus familia solamente por llamadas cada semana.
“Se me hizo un poco difícil porque me hacía falta mi mamá”, dijo Ramos.
Cuando llegó a los Estados Unidos, oficiales de inmigración le dieron una de dos opciones: Arizona o Miami. Recordándose cuando su tío hablaba entusiasmadamente de Miami, Ramos eligió la segunda opción
Varias personas ofrecieron adoptar a Ramos por el camino, incluyendo un dentista en México y, años después, una madre de acogida en Homestead. Ramos rechazó todas las ofertas, determinado a ser un mecánico y mantenerse aquí y a su familia en Honduras.
Su familia —ellos siguien con la finca— desaprobaron que Ramos se fuera. Aun así, Ramos dijo, después que sus padres vieron su persistencia y el éxito con sus estudios, ellos ven que fue lo mejor.
Ahora el hermano de Ramos, un niño de 10 años, sueña con seguir en los pasos de Nelson y estudiar en Estados Unidos. Ramos lo quiere ayudar cuando comience trabajar y pueda ahorrar dinero suficiente.
“Lo que más me motiva son mis padres y que ellos se sientan orgullosos de mi”, dijo Ramos. “Siempre me levanto con una ilusión de volver a ver a mamá, volver a ver a papá.”
Su fe cristiana también le da fuerzas durante momentos oscuros. “Dios para mi es todo. Me siento decaído y cuento con Dios y digo, ‘¿Por que me voy poner así?’ No hay ninguna razón”.
Lea además: Diputado Castro “La Ley de Colaboración Eficaz no se aprueba porque es una cobija para los delincuen…