Latinoamérica es la región donde más se ha incrementado la inseguridad alimentaria severa por el impacto de la COVID-19, afirmó en una entrevista a Efe el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés), David Beasley.
Beasley, que asumió la jefatura del WFP en abril de 2017, advierte que, «de hecho, el incremento más grande en las necesidades (alimentarias) está en Latinoamérica», donde este año se prevé que el número de personas en inseguridad alimentaria severa aumente un 269 % comparado con 2019, el mayor en términos relativos a nivel global.
En su primera visita a la región desde que se inició la pandemia, el alto representante del programa subrayó que una de las razones que le han llevado a viajar esta semana a Ecuador es la de «hacer saber al mundo que la COVID está teniendo un impacto dinámico y negativo en América Central y Suramérica».
Y apunta directamente al coronavirus como elemento catalizador de ese ascenso, que ha agudizado la ya de por sà deteriorada situación económica regional con la pérdida de ingresos y trabajo, en su mayorÃa informal.
LA TORMENTA PERFECTA
Los últimos informes de WFP reflejan que 25 paÃses del mundo están en un riesgo de devastadores niveles de hambruna en los próximos meses, «un problema global», indica Beasley.
El año pasado 135 millones de personas en el mundo se encontraban en una situación de seria inseguridad alimentaria, «literalmente en el abismo de la hambruna», cifra que este 2020 como consecuencia directa del coronavirus alcanzará los 237 millones.
AMERICA LATINA Y CARIBE EN EL EPICENTRO
En los últimos tres dÃas el directivo ha dialogado o tenÃa previsto hacerlo con mandatarios o ministros de Exteriores de siete paÃses de la región -Ecuador, Colombia, Perú, Panamá, Guatemala, Cuba y Honduras- para abordar el difÃcil contexto provocado por la pandemia.
El WFP requiere, detalló, 200 millones de dólares iniciales para los próximos seis meses, aparte de fondos adicionales en campañas de microfinanciación colectiva, para poder asistir a la población más vulnerable en la región en plena crisis sanitaria.
«De los 100 millones de personas que apoyamos el año pasado, el 30 % depende de nosotros totalmente», detalló.
Su cometido es situar a Latinoamérica y El Caribe en el mapa de la inseguridad alimentaria, que se mantengan «las redes de seguridad» para garantizar que el suministro de alimentos no quede interrumpido por la pandemia.
WFP ha apelado a un aporte adicional este año de 328 millones de dólares para poder aumentar su respuesta humanitaria en América Latina y El Caribe, y llegar a 3,5 millones de personas más que han sido afectadas por la crisis de la COVID-19. EFE