EFE- Miles de personas duermen todavía en las calles de las zonas devastadas por el terremoto de magnitud 7,7 que azotó hace dos semanas Birmania, donde más de 3.600 personas murieron y al menos 60.000 familias perdieron sus hogares, mientras se hace frente a problemas logísticos y escasez de ayuda ante el silencio mediático.
Los relatos desde los lugares más afectados hablan del temor de la gente a volver a las casas que siguen en pie mientras los equipos de ayuda humanitaria en el terreno creen que la cifra de muertos «seguirá subiendo».
«Han pasado pocos días y todos están hablando sobre (la guerra comercial iniciada por el presidente de Estados Unidos, Donald) Trump. Necesitamos mantener la atención (de los medios de comunicación) porque las necesidades continúan», explica a EFE el director en Birmania de Médicos Sin Fronteras (MSF), Mikhael de Souza.
Según el balance publicado este viernes por la junta militar que detenta el poder desde 2021, han muerto 3.649 personas y 145 personas siguen desaparecidas, mientras que otras 5.000 resultaron heridas.
El poderoso sismo, el mayor en un siglo en este país del Sudeste Asiático, también dejó daños parciales o totales en 2.366 escuelas, 3.514 sitios religiosos, 5.620 pagodas y 291 hospitales.
Dificultades logísticas
Desde Mandalay, la segunda ciudad del país y una de las más afectadas, el responsable de Médicos Sin Fronteras explica que el mayor reto en medio de la situación actual son los problemas de logística, por la destrucción de carreteras y puentes, por ejemplo, que retrasa las ayudas para los afectados, entre los que hay «al menos 10.000 personas que están durmiendo en las calles».
«Tenemos electricidad pocas horas al día y eso impacta varios aspectos. Es una situación muy frustrante, aunque hay medicamentos y alimentos que se están repartiendo (…) ha habido problemas logísticos y mala organización», sostuvo el galeno, que respalda la predicción de la enviada de la ONU al país, Julie Bishop, de que la cifra de muertes «seguirá subiendo».
De Souza remarcó que al país le urge la colaboración de todos, sobre todo cuando Naciones Unidas estima que nueve millones de personas fueron especialmente afectadas cerca del epicentro del sismo.
Viviendo entre escombros
El desastre natural parece no haber terminado para miles de birmanos que aún sienten algunas de las decenas de réplicas registradas en los últimos 14 días, o así lo describe a EFE Ko Min Khant, un residente de Mandalay que sobrevivió a la devastación.
El hombre de 30 años asegura a través del teléfono que «nadie se atreve a regresar a sus casas», incluso a aquellas que permanecieron aparentemente intactas tanto por la experiencia vivida como por la falta de indicaciones por parte de las autoridades, que no han certificado la seguridad de todas las edificaciones que siguen en pie.
Aunque persiste la escasez de agua potable, el joven dice que la preocupación principal gira en torno a la disponibilidad de viviendas para los damnificados.
Con una incertidumbre similar, otro hombre de 40 años, residente de la ciudad de Sagaing, explicó a EFE que la retirada de cadáveres «se ha detenido por completo» en esa región, la segunda más afectada por el sismo, donde «algunos de los edificios derrumbados ya fueron desmantelados» por los equipos de manejo de desastres.
«Algunas personas, sin dinero, ya no pueden reconstruir sus casas y ahora ya no pueden continuar con sus negocios», subrayó.
Hostilidades sin cesar
Aunque las partes en conflicto en Birmania anunciaron un alto al fuego para permitir el tránsito de la ayuda humanitaria, han persistido los ataques, incluso en zonas devastadas por el sismo, con las fuerzas armadas liderando las ofensivas, según denunció hoy la portavoz del alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Ravina Shamdasani.
Desde que se registró el terremoto, el organismo tiene conocimiento de más de 120 ataques por parte de la junta -casi todos bombardeos aéreos- y la mayoría ocurrieron después de la entrada en vigor del alto el fuego de tres semanas, anunciado el 2 de abril.
La portavoz transmitió el pedido de la ONU para que las autoridades levanten los obstáculos a la entrega de ayuda en las zonas damnificadas y a detener sus operaciones militares.
Asimismo, Naciones Unidas ha pedido a la junta que -con ocasión de la festividad tradicional del Thingyan, que representa el comienzo del año nuevo y se celebra este domingo- anuncie una amnistía total para los detenidos encarcelados desde febrero de 2021, cuando los militares tomaron el poder con un golpe de Estado. EFE
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