-Este sábado se conmemorando el Día Internacional Contra el Dengue en varias regiones de Latinoamérica y Médicos Sin Fronteras en Tegucigalpa se han unido a esta fecha puesto que han iniciado junto a la Secretaría de Salud un proyecto donde se busca combatir dicha enfermedad mediante una técnica innovadora.
El coordinador de proyecto de Médicos Sin Frontera, Edgar Boquín, informó el pasado martes que serán 6 meses de liberación de mosquitos con Wolbachia en la zona de influencia de El Manchén en la capital para evitar a futuro el incremento del dengue, zika y Chikungunya.
Para una residente de la capital hondureña una picadura de mosquito se convirtió en el principio de una pesadilla casi mortal en el hospital.
«Al principio fue la fiebre, luego el dolor articular que no me dejaba moverme. Cuando empezó la hemorragia, pensé que iba a morir, y lo único que quería era sobrevivir para poder cuidar de mi hija», recuerda.

Victoria vive en uno de los barrios más poblados de Tegucigalpa, la capital de Honduras. Allí, las casas de concreto, madera y lámina se amontonan alrededor de calles empinadas, en su mayoría de tierra.
A pesar de la presencia de bosques y barrancos cercanos, el agua sigue siendo un bien escaso para la comunidad local. El agua estancada disponible constituye criaderos naturales para los mosquitos que transmiten el dengue y otros arbovirus como el Zika y el chikungunya.
La Secretaría de Salud (SESAL) ha reportado más de 9,200 casos acumulados de dengue en la capital hondureña.
En esta zona de intervención la incidencia de estas enfermedades históricamente han sido las más altas que en otras partes de la ciudad.
Por eso sus consecuencias son bastante conocidas por la comunidad. A medida que aumentan los casos, la capital hondureña se encuentra en alerta máxima, lo que requiere de intervenciones semanales para controlar la propagación de la enfermedad.
Otra residente de la comunidad, Sandra, cuenta que su familia ha sufrido varios casos de dengue, algunos muy graves. “Mi nieto estuvo hospitalizado y tan enfermo que esperábamos lo peor, pero afortunadamente se recuperó”, afirmó.
Esas experiencias dolorosas han impulsado a Victoria y Sandra a hacerse parte del grupo de líderes comunitarios que se han unido para luchar contra el dengue en su barrio.
Ambas trabajan hoy hombro con hombro con los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) que están implementando un proyecto para prevenir esta enfermedad a través de un método innovador en el que la tecnología y la participación comunitaria son indispensables su aplicación.
Un novedoso método de prevención
“Durante muchos años, MSF ha realizado intervenciones de emergencia para enfrentar los brotes de dengue en esta zona de la ciudad”, explicó Edgar Boquín.
“De momento hemos conseguido reducir el número de casos, pero las investigaciones sobre la resistencia a la fumigación muestran que los métodos tradicionales ya no son eficaces para detener la propagación, por lo que es necesario introducir medidas complementarias e innovadoras”.
Este nuevo enfoque se basa en el uso de mosquitos portadores de una bacteria llamada Wolbachia, cuya presencia impide la transmisión del dengue y otras enfermedades como Zika y chikungunya.
Aunque esta bacteria vive de forma natural en el 50% de los insectos, incluidos algunos mosquitos, moscas de la fruta, polillas, libélulas y mariposas; no está presente de forma natural en los principales transmisores de las arbovirus, como el mosquito Aedes aegypti.
A través de una tecnología desarrollada por el World Mosquito Program (WMP), la Wolbachia se introduce en los huevos de mosquito en un laboratorio. Posteriormente, cuando se convierten en adultos, los mosquitos se liberan en zonas de intervención para reducir la transmisión de estas enfermedades y garantizar que puedan replicarse en nuevas generaciones al aparearse con los mosquitos locales.
La Wolbachia del WMP se ha utilizado en países como Australia, Brasil, México y Colombia, donde más de 11 millones de personas continúan beneficiándose de este método de prevención contra las enfermedades transmitidas por el mosquito.
Tras una primera fase centrada en la sensibilización y aceptación de la Wolbachia por parte de las comunidades de la zona, pronto comenzará la introducción de mosquitos portadores de la bacteria para iniciar el proceso de apareamiento con la población local de mosquitos.
«Como resultado, se espera que, tras liberar mosquitos portadores durante un máximo de 26 semanas (unos 6 meses), la bacteria se habrá transmitido de generación en generación hasta que un alto porcentaje de mosquitos de la zona de intervención sean portadores de la bacteria», explicó.
Para supervisar los avances de esta iniciativa, el proyecto cuenta con la participación del Instituto de Investigaciones Microbiológicas de la Universidad Autónoma de Honduras (IIM-UNAH).
«Estaremos monitoreando el proceso de recolección de muestras, el análisis de las mismas y la publicación de los resultados de manera oportuna. Nuestro interés es generar evidencia científica que ayude a demostrar, tanto a la SESAL como a las comunidades y sociedad en general, la efectividad de estos estudios en estas áreas de intervención», afirma Denis Escobar, investigador del IIM-UNAH.
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Fuente: Médicos Sin Frontera